Descripción
La adicción de la madrastra al sexo la llevó a hacer cosas ridículas como masturbarse espiando al hijastro en la ducha o poner una cámara oculta para grabarlo cambiándose. Su obsesión era tan fuerte que estaba a punto de follárselo, así que decidió pedirle ayuda a la terapeuta. La tía los citó a los dos, madrastra e hijastro, para plantear el problema en familia. Así se dio cuenta de que el tío en realidad era tan guapo que no era tan descabellada la idea de la madrastra de follárselo. De hecho, ella también quería probar ese rabo. Entonces, se desnudaron las dos, le comieron la polla y acabaron montando un trío para que todos se quitaran las ganas.