Descripción
El marido de Riley Steele no se lo podía creer. Le había advertido a su mujer que la próxima vez que lo molestara y lo hiciera regresar del curro antes de tiempo sin ningún motivo, la castigaría. Tras recordarle su advertencia, notó como la rubia se mantenía firme, mirándolo a los ojos, dándole a entender que esa era justamente la razón por la que lo había llamado. Riley Steele quería que el esposo se la follara duro, la azotara, la dominara y la tratara como a una puta de esquina. A él no le quedó otro remedio más que hacerle caso, así que le ató las manos, la encadenó del cuello y comenzó a follársela con una brutalidad increíble.