Descripción
No hay nada mas arriesgado que apostar a la propia hija en un juego de póker, pero tampoco mas excitante. En el caso de estos chavales, apostaron los chochitos de las hijas y, como era de esperar, acabaron intercambiándolas. Llegó un momento en el que, aunque jugaban enfrentados, empezaron a hacerse señas para ponerse de acuerdo para que ambas cayeran derrotadas. El único objetivo era que se pusieran en bolas y se entregaran como un par de putas. Así, acabaron follándolas una delante de la otra, haciéndoles sentir toda su experiencia para que siempre volvieran a querer tener ganas de volver a apostar con ellos.
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