Descripción
Tuvimos mucha suerte de que mi madrastra llegara justo cuando estábamos terminando de follar. Ya nos habíamos hecho de todo. Fue un polvo maravilloso en el que no faltaron las mamadas, los cunnilingus ni las pajas mutuas. Recorrimos nuestros cuerpos centímetro a centímetro con nuestras manos y nuestras bocas, deteniéndonos especialmente en las tetas, el culo, el chocho y la polla. Follamos en todas las posturas; cabalgando, a lo perrito y en el misionero, hasta que de pronto mi madrastra abrió la puerta y nos pilló en bolas, en medio del orgasmo. Aunque nos encontró desnudos y no teníamos forma de defendernos, al menos ya habíamos alcanzado el orgasmo.
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