Descripción
No podía regresar de Filipinas sin follarme a alguna putita filipina bien guapa y delgada como son la mayoría, y aunque finalmente no me follé a ninguna, sí estuve con una guarrilla a la que le hice comerme la polla completamente desnuda. A la hora que vino a mi piso, ella llevaba varias horas currando. Yo acababa de levantarme y ella estaba sin dormir. ¿Cuántas pollas habrían pasado por ese coño? No quería saberlo, pero seguramente se la habrían follado unos cuantos maromos, y eso me quitó las ganas de penetrarla. Por eso, le ordené que se desnudara y de solo verle las tetas, el chocho y el culo, se me puso dura. Entonces, me limité a tocarla por todos los sitios y a pedirle que me chupara la polla hasta sacarme la leche, porque tampoco iba a quedarme sin nada.
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