Descripción
Hacía tantos días que estaba en el pueblo de mis padres que ya estaba necesitando urgentemente una buena follada. Allí todos son mayores, la mayoría ancianos. Encontrar una tía guapa y joven es prácticamente imposible. Por suerte, las maduras también andan necesitadas y follarse a una no es nada difícil. Así fue como tuve sexo con una gorda tetona madura por primera vez en mi vida. Se trataba de la vecina de mi madre, una gorda de 150 kilos que siempre me miraba con ganas. Esa tarde la llevé al parque, nos escondimos detrás de los matorrales, la puse a comerme la polla y me la follé hasta llenarle el coño de leche. Después, la guarra se puso a mear frente a mí. ¡Jamás me hubiese imaginado que la gorda fuese tan meona!
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