Descripción
Si tengo que elegir entre el cariño de mi madre y la polla de mi padrastro, sin dudas me quedo con el rabo. De todos modos, mi madre nunca dejará de quererme mientras no se entere de que me follo a su marido todas las mañanas. Cuando ella se va al curro, yo me meto en el cuarto y, sin que él se despierte, le bajo el calzón y me pongo a chupar su polla, que siempre está dura como una roca. Las erecciones matinales de mi padrastro son increíbles, y para cuando se despierta, yo ya estoy toda desnuda cabalgando con su polla taladrándome el coño y él solo tiene darme la leche.
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