Descripción
Cuando mi marido me propuso que lo acompañara en su viaje de negocios me imaginé que nos lo pasaríamos genial follando y paseando todo el tiempo, pero lamentablemente me equivoqué. Él se lo pasó de reunión en reunión, y yo aburrida, sola como un hongo en el hotel. Una mañana que me desperté cachonda, decidí que no tenía por qué aburrirme por su culpa y, después de ducharme, llamé al servicio de habitaciones. Cuando el chaval entró en el cuarto, dejé caer mi toalla y me quedé desnuda frente a él para provocarlo. El tío me echó un polvo tremendo y yo por fín pude chupar una rica polla después de muchos días.
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