Descripción
El instructor de yoga ya tenía a la rubia a sus pies. Por la forma de mirarlo a los ojos, era evidente que el negro ya la había conquistado. Era el momento de poner en marcha el plan final para hacerla suya. Tuvo suerte de que la rubia se olvidara la botella en el gimnasio. Esa fue la excusa perfecta para ir a llevársela a su casa y el destino quiso que ella lo recibiera desnuda, solo envuelta en una toalla, recién salida de la ducha. Apenas abrió la puerta, la rubia lo besó y la dejó caer. Sus tetas, su coño depilado y su culo perfecto aparecieron de repente ante sus ojos y le pusieron la polla como una piedra. Primero se la hizo chupar y, después, se la folló en todas las posturas, haciéndosela sentir bien hasta el fondo, para cumplirle por fin su fantasía interracial.
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