Descripción
El jefe de Bonnie Kinz se vio sorprendido cuando abrió la puerta y se la encontró sin bragas, con la camiseta por el cuello, masturbándose enseñando las tetas y el coño en toda su plenitud. En ese momento lo primero en lo que pensó fue en echarla, pero mientras contaba el dinero para pagarle para que se fuera, decidió invertirlo en una buena follada al ver cómo la zorra se le ponía de rodillas como una perrita en celo esperando a que sacara la polla para chupársela. El jefe le dio los billetes a cambio de que le mamara el rabo y así acabó follándose a la niñera rubia por el resto de la tarde.
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