Descripción
Kagney Linn Karter conoce a la perfección a su marido. No tanto en la cama ya que, en lo que respecta al sexo, tienen bastante poca experiencia. El hombre es un empresario que trabajaba muchas horas al día y llega demasiado cansado para follar. Lo que sí la rubia sabe bien es que, cuando se queda dormido, no hay nada que lo despierte. Ni siquiera que le muevan la cama o se pongan a gritar y gemir a su lado. Por eso, la madrastra no tuvo miedo de pedirle al hijastro que se la follara en el cuarto, mientras el cornudo del marido dormía a pocos centímetros. Al yogurín le daba algo de pudor follarse a la mujer del padre y mucho más en sus morros, pero cuando la guarra se le puso en bolas, enseñándole las tetas, el culo y el delicioso coño que tiene, no pudo resistir la tentación y sacó la polla para hacérsela mamar.
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