Descripción
Lo que necesitaba la madrastra de este chaval, después de haber hecho un muy mal movimiento, era un buen masaje relajante que le permitiera descansar. El hijastro la acostó sobre sus piernas, empezó a masajearle los hombros y, cuando la madrastra se durmió, sacó la polla y se la metió en la boca. La madura despertó chupando el rabo y no se lo podía creer. Se sentía muy confundida. Por un lado, ese era el rabo del hijastro y se sentía muy sucia por estar mamándoselo. Por otro, esa polla le estaba gustando tanto que, a pesar de que las lágrimas caían rodando sobre sus mejillas, no dejó de chupársela hasta que se corrió en su boca.