Descripción
Ya le había pagado el alquiler en carne al dueño del piso las dos últimas veces, y estaba preparada para volver a comerme su polla y dejarme follar por ese viejo gordo y desagradable ya que este mes tampoco tenía para pagarle, pero el cabrón me hizo una putada. Esta vez, en vez de follar conmigo, prefirió follarse a mi hija. ¡La pobre tiene apenas 18 años! Encima me obligó a estar presente y a escuchar cómo la hacía gemir, aunque por suerte dejó que me tapara los ojos para no ver esa escena tan desagradable. El mes próximo voy a tener que conseguir el dinero como sea. ¡Nunca más dejaré que se folle a mi hija frente a mí!
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