Descripción
Esta jovencita morena tuvo mucha suerte de que por aquella carretera desierta apareciera caminando este viejo con su bastón. Él la ayudó a reparar el coche, así que pudo regresar a su casa sin problemas. Claro que antes tuvo que recompensarlo por su ayuda, y como le dio a escoger la recompensa al anciano, tuvo que coger la manta, echarse a su lado en el césped, desnudarse al aire libre y ponerse a comerle la polla. Después se sentó a cabalgarle encima hasta que se corrió, pero sin dudas lo que más le gustó fue la comida de coño que le hizo el abuelo. ¡El viejo era todo un experto en cunnilingus!
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